Epicteto (c.50-c.130 d.C.) es una de los grandes nombres de la filosofía estoica. Nació en Frigia en la ciudad de Hierápolis. Probablemente esclavo de nacimiento, fue trasladado a Roma, donde sirvió a un secretario del emperador Nerón y pudo asistir a clases de filosofía de Musonio Rufo. Una vez conseguida su libertad, fundó su propia escuela en Roma hasta que en el año 94 fueron prohibidos los filósofos en la capital del imperio y tuvo que trasladarse a Nicópolis, en la región griega del Épiro. Allí prosiguió con su actividad docente y llegó a ser considerado uno de los pensadores más grandes de su tiempo. Al igual que Sócrates, Epicteto no escribió nada, pero contó con Arriano como discípulo, quien transcribió muchas de sus clases. Sus excepcionales notas se convirtieron en dos libros: Manual y Disertaciones, obras fundamentales para entender la persistente influencia del estoicismo en la tradición filosófica occidental.

¿Cómo vivir libre de miedos y ansiedad en un contexto turbulento y cambiante? ¿Cómo sobreponerse serenamente a todos los vaivenes de la vida? ¿Cómo entender el mundo que nos rodea y encontrar un punto de equilibrio sereno? Sin duda son preguntas clave para la ética de todos los tiempos que permiten afrontar el miedo a lo desconocido y que centraron las lecciones del filósofo estoico más influyente en el mundo romano, Epicteto. Poco sabemos de él, salvo que fue un humilde esclavo, resistente más allá de todo límite, y que llegó a ser maestro de filosofía de grandes personajes romanos, incluso de emperadores.

Su breve Manual, que recoge sus lecciones orales a modo de vademécum, es la muestra de por qué el estoicismo se convirtió en la gran escuela de vida en la antigua Roma y por qué puede seguir siéndolo en el mundo actual. Esta nueva edición y traducción, a cargo de David Hernández de la Fuente, actualiza su prosa filosófica con una completa introducción que explica la vigencia del estoicismo y las claves de sus enseñanzas. Además, incluye una selección de fragmentos sobre la libertad, procedentes de las Disertaciones de Epicteto, y rescata la traducción en verso que hizo del Manual Francisco de Quevedo.